San José; un varón de la confianza de Dios
Al pensar en Jesús y María, es imposible no pensar también en José, a quien la Iglesia recuerda con especial memoria y honor en el presente año, dado que el Papa Francisco ha decretado AÑO DE SAN JOSÉ, con motivo del ciento cincuenta aniversario, desde la declaración que lo distingue con el título de PATRONO DE LA IGLESIA.
Nadie mejor que José para tan alta responsabilidad, ya que él gozó de la confianza de Dios, pues recibió el encargo de hacerse responsable en la tierra, de la bienaventurada Virgen, quien daría a luz al Hijo de Dios y por ende, se hizo así cargo también del Niño.
San José tiene una relevante participación en la historia de la salvación, ya que hizo las veces de padre en la tierra, del Hijo de Dios. Así entra Dios en la vida misma de la humanidad, para redimirla y salvarla de la esclavitud del pecado y devolverla a la amistad con el Padre.
San José está presente en la Sagrada Tradición de la Iglesia y en la Sagrada Escritura, la que lo llama “justo”, es decir, santo, sano, correcto, entregado a Dios, hombre virtuoso y fuerte, capaz de cuidar a Jesús y a su madre; sin duda alguna, el verdadero amigo de Dios.
La actitud modesta y humilde de San José, llega hasta el presente siglo. En la carta apostólica Patris Corde , se lee así: “el hombre que pasa desapercibido, el hombre de la presencia diaria, discreta y oculta”. Tan importante, pero se oculta a sí mismo, corresponde a sus protegidos hacer tan noble justicia de presentarlo al mundo y darlo a conocer.
José amaba tierna y entrañablemente a Dios, el Espíritu Santo estaba sobre él y en él, por eso supo reconocer en María a la gran reina del universo y fue, en la intimidad de la cueva de Belén, en la casita de Nazareth, en Egipto y en todos los caminos que tuvo que recorrer junto a ella, su más fiel guardián; guardián de su virginidad, de su pureza e integridad.
La figura de José es tan relevante, que podemos afirmar, como Iglesia Universal, que María es la siempre virgen y el Niño recibió la mejor paternidad humana.
La fidelidad de José a Dios fue a toda prueba, por eso entre los justos, entre los santos, es modelo y ejemplo de auténtico amor a Dios y no tiene parangón.
José siempre ha sido amado y respetado en la Iglesia, posee una cercanía amigable con la gente necesitada y sencilla, quedando demostrado en la devoción que le tienen y en los milagros atribuidos a su paternal intercesión.
José es ejemplo en el hogar y en el trabajo, de la entrega generosa y desinteresada, haciendo cercana la paternidad de Dios, con el amor noble que da la capacidad de la renuncia amorosa, para que se cumpla la santa voluntad del Padre Eterno.
Por Hna. María Socorro, scc