El mandato de la Iglesia enviada por Dios a las gentes para ser “sacramento universal de salvación, por exigencia intima de su misma catolicidad, obedeciendo al mandato de su Fundador se esfuerza por anunciar el Evangelio a todos los Hombres” (AG 1)
“Id, pues haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”. (Mt 28,19-20)
El origen y finalidad del mandato misionero del Señor tiene su fuente última en el amor eterno de la Santísima Trinidad. “La Iglesia peregrinante es, por su propia naturaleza misionera, puesto que tiene su origen en la misión del Hijo y la misión de Espíritu Santo según el plan de Dios” (AG 2)
El fin último de la misión no es otra que hacer participar a los hombres en la comunión que existe entre el Padre y el Hijo en su Espíritu de amor (cf. Juan Pablo II, Rm 23).
El motivo de la misión para la Iglesia es: “porque el amor de Cristo nos apremia” (2 Co 5,14; cf. AA 6; Rom 11). En este efecto: “Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad” (Tm 2,4). Dios quiere la salvación de todos por el conocimiento de la verdad. La salvación se encuentra en la verdad.
Catecismo de la iglesia católica. Pág.203 Nos 849, 850,851.
Toda la Iglesia es apostólica mientras permanezca, a través de los sucesores de San Pedro y de los apóstoles, en comunión de fe y de vida con su origen. Toda la Iglesia es apostólica en cuanto que ella es “enviada” al mundo entero; todos los miembros de la Iglesia, aunque de diferentes maneras, tienen parte en este envío.” La vocación cristiana, por su misma naturaleza, es también vocación al apostolado “. Se llama “apostolado” a toda la actividad del Cuerpo Místico que tiende a “propagar el Reino de Cristo por toda la tierra”. (AA 2).
“Siendo Cristo, enviado por el Padre, fuente y origen del apostolado de la Iglesia”, es evidente que la fecundidad del apostolado, tanto el de los ministros ordenados como el de los laicos, depende de su unión con Cristo (cf. Jn 15,5: AA 4). Según sean las vocaciones, interpretaciones de los tiempos, los dones variados del Espíritu Santo, el apostolado toma las formas más diversas.
(Catecismo de la Iglesia católica. Págs. 206, 207. Nos.863, 864.)
Misión
En cuanto a la misión, nuestra Congregación, tiene como misión principal dar testimonio de Cristo, a través de nuestra vida consagrada vivida en comunidad.
Es una Congregación, apostólica activa, lo que le permite abrazar la misión que Cristo le ha conferido, ir por todo el mundo a llevar la Buena Nueva de amor, justicia y de paz. Todo esto permite a que nuestra fundadora exprese desde lo más profundo de su ser. “Es una gracia muy grande que el Señor se digne llamarnos para trabajar en la extensión de su Reino” (Madre Paulina,1877).
Siendo el apostolado una obra de fe, promovida por una comunidad de amor. Nuestra Congregación en comunión con su misión, se esfuerza por llevar la luz de Cristo a las diversas actividades apostólicas, en donde los pobres de toda clase, experimentan especial amor, y atención. La Congregación por las características que la conforman, cualquier sea la actividad que realice, de servicio al prójimo y a la Iglesia debe estar arraigada en una caridad distintiva, fruto de un estilo de vida contemplativo y eucarístico.
“Las manos en el trabajo y el corazón en Dios” (Madre Paulina, 1880).
Dentro de la Congregación, la vida consagrada en cuanto al apostolado se refiere, posee una disposición para ir a donde sea enviada y a realizar cualquier misión que se le encomiende. En todas las etapas de la vida, con alegría y perseverancia se acepta el desafío de trabajar con Cristo en la Construcción de su Reino, aun enfrentando dificultades.
Finalmente se puede decir que los resultados de su apostolado no se pueden juzgar por criterios puramente humanos. Se siembra fielmente, sin preocuparse, de cuando estará lista la cosecha, ni mucho menos que manos la van a recoger.
“Que el espíritu de viva alegría nos caracterice, de aquella alegría que da fuerza, vigor y facilidad para las obras de caridad”
Constituciones de la Congregación.Págs.43,44. Capítulo VI. Nos.32, 33.